Límites

Ésta es una compaginación de artículos e imágenes que preparé como 1º trabajo para el curso "Aulas Virtuales, de la imaginación al desarrollo, 4ta. Edición" (espacio de práctica con Moodle).



* Dado que veo que muchos de ustedes visitan esta página, quiero compartir lo que fue el "empujón" para comenzar a leer sobre el tema "límites": Un extracto de un libro escrito por el pedagogo Jaime Barylko "Los hijos y los límites", en una serie de revistas dedicadas a sus trabajos. Les dejo la primera parte (excelente introducción) y el enlace al libro en cuestión para que puedan descargarlo en formato .pdf, leerlo, compartirlo y "masticarlo".

"Viajo en plena noche y pienso... 

Viajo en plena noche y pienso: los límites, los límites. 
Viajo en auto, y debo dar una conferencia sobre ese tema en un country fuera de la capital. ¿Qué les digo cuando me pregunten? ¿De qué hablo? 
La gente está angustiada y saturada de tanto análisis y de tantas frases complicadas que explican todo y que no resuelven nada. 
Aprendimos a hablar y a pronunciar discursos sofisticados. Pero no se modifica la vida con discursos, ése es el problema. 
La gente aprendió a cargar sus propias frustraciones sobre hombros ajenos, la culpa del otro, la sociedad de consumo, la televisión, los juegos electrónicos, el stress... 
No va más. La vida es la que debe cambiar, y con urgencia. Queremos vivir mejor. Bienestar, sí, y lo otro, estar bien. 
El auto, raudo, recorre la carretera negra. La noche es oscura, la carretera se proyecta hacia adelante, se pierde en el horizonte. Miro por el parabrisas y me pregunto cómo verá el conductor el camino. 
Yo tengo la vista confusa, titilan las luces de los vehículos y es un mar de focos y sombras que me nublan la visión en vez de aclararla. Me pregunto si los años no estarán haciendo lo suyo y mis ojos ya no son lo que eran. El oculista, pienso, el 
oculista... Y me resigno, y me deprimo un poco por este deterioro que el devenir del tiempo va generando en los cuerpos. 
De pronto, despierto. Sucede algo extraño, todo se ilumina, y me relajo. Ahora veo perfecto. No, no son los ojos. Algo ocurrió afuera. 
"¿Qué ha sucedido?", me pregunto. 
Es la misma ruta, el mismo asfalto, la misma noche, pero todo es diferente. 
"¿Qué ha sucedido?", insisto en averiguar. 
Descubro el gran acontecimiento que ha derramado un haz de visión noble y segura sobre mis ojos. El problema no estaba en mí, estaba en la ruta. 
Ahora la ruta, la misma ruta, tiene rayas blancas a los costados, demarcatorias, 
y una línea segmentada en el medio. La ruta está demarcada. Está el adentro, está el afuera y está el medio. ¡Así da gusto! 
También el cerebro se me enciende. Descubrí en qué consisten los límites. 
"¡Eureka!", grito hacia adentro, en memoria del glorioso griego."
...

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1. LOS LÍMITES EN CASA

La autoridad paterna, cuestionada por niños y jóvenes

Fuente: Diario Puntal
Autora: Licenciada Beatriz Tenaglia (*) 


Se está viviendo una época en que los hijos desafían con más éxito que nunca a padres inseguros o temerosos. Una cantidad importante de consultas está referida a la relación entre padres e hijos, la dificultad de entenderlos y el problema de poner ciertos límites.
El permanente desafío de los chicos y adolescentes a la autoridad es moneda corriente para los padres de hoy. ¿Quién no escucha últimamente lamentos como éstos?: "Los chicos no son como antes". "Antes éramos más respetuosos". "Yo no me habría (SIC)atrevido". "Estas cosas no pasaban"…
No es que los chicos sean más desafiantes que antes; quien más, quien menos, recordará haber “pataleado”. Pero cuando era “no”, eso ya no se discutía, porque los mayores no lo admitían. Pero ésta es una época en la que los adultos no se hacen de tiempo suficiente para dedicarse a sus hijos, acompañarlos en su crecimiento, buscar estrategias para relacionarse con ellos y reflexionar sobre el vínculo y los roles.
Cuando alguien se atreve a desafiar a otro es porque cree que tiene posibilidades de ganar en esa especie de pulseada imaginaria que se da en la relación. Y si hablamos de chicos desafiantes e hiperestimulados, por un lado; y de adultos agotados por su pareja, su trabajo, sus proyectos personales y el poco tiempo disponible, por el otro, las posibilidades de que los primeros ganen serán muchas.
Tal vez sea necesario analizar la dinámica que se produce en cada casa, cada colegio o cada situación en la que conviven adultos y menores, donde se deberían construir sanas imágenes de autoridad y de respeto. La confrontación no sólo es necesaria, sino deseable. Por ejemplo, cuando hay hostigamiento y descalificación, la confrontación puede ser destructiva, pero las diferencias deben ser tratadas de modo respetuoso.
Los momentos de enfrentamiento dentro de una familia existen y son saludables; no son episodios únicos, sino que refieren a una historia: hay un momento de irritación que forma parte de una secuencia. Y es en la secuencia donde el enfrentamiento puede ser fecundo, cuando hay esclarecimiento y cambio de actitudes.
Claro que el resultado puede ser nefasto cuando todo termina en una ruptura o en un silencio.  En general, hay que tomar las zonas de malestar como espacios para pensar en conjunto, para hablar una, dos, diez veces. Porque lo que no se entiende el primer día o el primer mes, a veces se entiende al año siguiente. Hay conflictos que parecen insufribles pero, al tiempo, han desaparecido.
Los adultos aparecen como incapaces de imponer límites, la autoridad  muestra fragilidad porque también las instituciones están frágiles. El problema es que los adultos, padres, docentes o familiares han perdido su lugar, las diferencias entre menores y mayores no encuentran el punto justo. Así como la provocación se presenta para los chicos como un acto instintivo, para los adultos la autoridad se debe ejercer de un modo consciente y con esmero. Tal vez a muchos el temor a viejos fantasmas autoritarios les impide tomar las riendas de la educación.
La autoridad no es mala, sino necesaria y ordenadora. En una familia, las reglas las ponen los adultos y los menores las cumplen. Porque la familia, aunque tenga diálogo, es un sistema jerárquico, no democrático. Los hijos y los padres no son iguales, y eso no significa ser autoritarios, sino reconocer las responsabilidades de cada uno.
Por cierto, nada garantiza que no habrá una pulseada por el poder. Tanto tiempo de flexibilidad parece haber hecho mella en los padres y la verdad es que lo único que se consigue es confundir a los niños. Los padres del nuevo siglo parecen tanto o más confundidos que los propios hijos. La inseguridad sobre el propio rol y el temor a no ser respetado es hoy un rasgo común.
Los papás necesitan reflexionar sobre las cosas a las que dirán no siempre, y sobre aquéllas a las que siempre dirán sí. Porque al chico le perturba esa falta de seguridad. El hábito de decir que sí para sacárselo de encima y después, cuando se lo piensa mejor, cambiar de idea y decir no, es perjudicial. Lo que el chico necesita son pautas claras.
Es normal que un chico intente vulnerar la voluntad del adulto, pero el adulto debe mantener su postura de seguridad, proteger y ofrecer un marco adecuado para el crecimiento.
A medida que el tiempo pase, habrá que revisar los acuerdos. Será en esos momentos, dados por el crecimiento o por cambios externos, en que se impondrá la necesidad de actualizar los compromisos mutuos, para detectar cuándo es necesario corregir el rumbo, y lo primero será escuchar.
Como adultos, la responsabilidad es volver al sentido de los roles y  límites. Y los límites se logran cuando el adulto rescata su función crítica y orientadora a través de la palabra y abre un espacio de reflexión, de pregunta y de relato posible.
Si el adulto toma su lugar, el niño y el adolescente retomarán el suyo. No hacer lo que ellos quieren, sino lo que se debe hacer… ésa es la cuestión.  

(*) Licenciada en Psicología






¿Quién le pone el cascabel al gato? 

AUTORIDAD VS. AUTORITARISMO

AUTORIDAD

VERSUS

AUTORITARISMO

Muchos de los actuales habitantes de Europa viven bajo la influencia, más o menos, directa del AUTORITARISMO. Si bien las sociedades del Este lo han soportado hasta hace poco. Las del oeste se han deshecho de esta plaga de diferentes maneras e intensidades.
A la masa, con demasiada frecuencia, no se la ha educado en una convivencia responsable y solidaria y, para controlarla, se ha utilizado con mucha asiduidad la fórmula del autoritarismo militar o sus derivados más cercanos. Por ello muchos de nosotros hemos sido educados en el "obedecer" más que en el "crear".

De tal manera, la cultura del autoritarismo ha "calado" entre nosotros que casi me atrevo a afirmar que el "síndrome de Estecolmo" está en muchos de nosotros.
La autoridad se otorga por convencimiento popular el autoritarismo lo imponen las clases dominantes. ¿para què?
¿Os imaginais una sociedad sin opresores?
Bien pues si muchos podemos pensar que con la democracia no hay opresión, traslademos la pregunta al universo laboral: la empresa.
¿Quién elige a los dueños de los sistemas productivos?
¿Tu empleo de quién depende?
¿Puedes tú influir en que no cierre la empresa?
¿Cómo consumidor te preocupas cómo está gestionada la empresa que eliges como proveedor?
¿Qué opinas de los lujos y oropeles que disfrutan los cuatro altos ejecutivos de tu empresa?
¿Hay democracia en la empresa?
Con el autoritarismo vives en la comodidad del miedo. Con la autoridad vives en el compromiso de la responsabilidad.
¿¿¿Tú como vives???

PUBLICADO POR PACO BAILAC en http://pacobailacoach.blogspot.com/



ROL NORMATIVO NO AFECTA DEMOSTRACIÓN DE CARIÑO

Padres modernos no deben confundir cercanía con la pérdida de autoridad

En los últimos años al rol de proveedores se han sumado otros como la cercanía con los hijos.

Si bien antes se asociaba el rol paterno con la figura de autoridad y el proveedor de la familia, en las últimas décadas este concepto ha ido evolucionando.
Actualmente muchos hombres buscan tener mayor participación en el desarrollo y crianza de sus hijos,cambiando su papel tradicional.
Según la psicóloga Lilian Millar Flores, coordinadora de docencia de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás, la tendencia es que los padres son más afectuosos en la relación con sus hijos, más cercanos y más interesados en el vínculo que tienen con ellos por sobre la autoridad.

"Del padre no sólo se espera que sea quien ejerce la disciplina y provee o de la madre el cuidado y el afecto a los hijos. Hoy los roles de ambos se han entrelazado", detalla.
La psicóloga explica que antes existía una mayor rigidez sobre qué le competía a la madre y el padre. Es así como el papá tenía un rol más proveedor, mientras que la mujer se preocupaba por el cuidado de la casa y de los niños. Lilian Millar sostiene que esta realidad cambió desde que la mujer ingresó con fuerza al mundo laboral.

algunos olvidan misión

José Luis Gallegos Carrasco,empresario pesquero artesanal,tiene dos hijos, una de 12 y otro de 2 años. Reconoce que ser padre no es tarea fácil,sobre todo en estos tiempos.
"Es verdad que los papás hemos ido evolucionando. Ahora es común tener mayor cercanía con los hijos y buscar instancias de mayor apego. Pero hay que tener cuidado, porque se suele confundir el rol de amigos y el de autoridad", explica.
Justamente ese es el riesgo que corren los hombres al maternizar su papel de padres.
El psicólogo Roberto Sepúlveda Yévenes, docente de la Universidad San Sebastián, asegura que este cambio de roles puede generar que el hombre olvide su misión en la familia.
"Él tiene la función de corte, es decir, reordenar la relación entre la madre y los hijos. El riesgo es que los niños se transformen en una extensión de la mamá, porque el padre no fue capaz de cumplir su función", sostiene.
Según el psicólogo los niños suelen ser más narcisistas, porque nadie cumplió el rol de prohibición. Roberto Sepúlveda explica que "es el padre el encargado de mostrarle el mundo al hijo, hacerle un ser independiente y ponerle normas". Pero también reconoce que este rol lo puede cumplir la madre. Lo importante asegura es que alguien ponga los límites.
La psicóloga Lilian Millar plantea que en muchos casos, los padres confunden el rol normativo que les compete con la falta de demostraciones de cariño.
"Es importante considerar que esto puede generar cierta desorientación en los hijos. Es lo que se produce con los 'padres - amigos', que confunden la autoridad con la cercanía", detalla.
En este sentido, José Luis Gallegos confirma que es muy complicado poner reglas a los niños, sobre todo por que están cada vez más conscientes de sus derechos y exigen más.
Marianela Hoffmann Soto, psicóloga y subdirectora del Centro de Estudios evolutivos e Intervenciones en el Niño de la Universidad del Desarrollo, explica que si los hombres participan activa e íntegramente en la crianza, no es necesariamente sinónimo de una pérdida de la autoridad.
"Todo dependerá de los estilos de cada padre. Hay algunos que se dedican más a la disciplina, pero hay otros que buscan ser compañeros de juego. Pero creo que si hay mayor participación en la crianza esto no debiese influir en la disciplina", asegura.
Es una realidad que la visión tradicional que se tiene de la paternidad ha ido cambiando. Ahora los hombres se han abierto espacios para participar activamente en la crianza de sus hijos, sin embargo, este nuevo rol podría afectar una de las funciones fundamentales de ser padre que es ponerles límites a los hijos, en favor de su formación.

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  • Autoridad Paterna

Diciembre 3, del 2007

¿En su época bastaba una mirada de su padre para quedarse paralizado y obedecer inmediatamente cualquier orden, sin protestar?Eso no le ocurría únicamente a usted, la mayoría de personas que actualmente son padres pasó por esto. Pero, se ha preguntado ¿por qué esta estrategia no surte efecto en mis hijos?
Con el paso del tiempo, el modo de establecer normas y reglas dentro casa ha ido cambiando paulatinamente.
Y es que los jefes de hogar cada vez son menos estrictos, a tal extremo que hay quienes aseguran que se ha pasado del autoritarismo de los padres a la dictadura de los hijos.
Sin embargo, ninguno de estos extremos resulta beneficioso para quienes conforman una familia. Pues para llevar las riendas de una casa hace falta algo más que gritos y mimos.
Así que preste mucha atención a las recomendaciones de la psicóloga Alexandra Proaño (Evolución Lúdica Kontikion), acerca de cómo los padres deben ejercer la autoridad con sus chicos.



1 La figura de autoridad debe recaer sobre el miembro de la familia que posea un mayor grado de madurez y responsabilidad. Por esta razón, generalmente los padres son quienes la ejercen; pero en ocasiones las madres son las personas más adecuadas.

2 Esto no quiere decir que la autoridad del padre, excluya a la de la madre. Al contrario, previamente debe existir un acuerdo mutuo respecto de los parámetro de comportamiento que deben existir en el hogar. No obstante, si uno solo toma la batuta se evitarán confusiones en los niños y manipulaciones de su parte. De este modo la famosa frase “pregúntale a tú mamá” deja de tener sentido.

3 Olvídese de desautorizarse y peor aun de desprestigiarse en presencia de los chicos. Para evitar este tipo de inconvenientes, los padres previamente deben mantener conversaciones privadas para emitir órdenes claras; así el niño comprenda que solamente existen una manera de realizar las cosas.

4 El jefe de hogar debe estar consciente de que su función no es mandar ni ser mandado; sino alcanzar los deseos, metas y objetivos comunes de todos los integrantes de una familia.

5 Si bien los padres representan a la autoridad por el mismo hecho de ser padres, deben considerar que esta condición se puede perder o afianzar, según el ejemplo y el comportamiento que tengan frente a sus hijos.

6 Para ser figura de autoridad no hace falta convertirse en ogro ni tener el ceño fruncido todo el tiempo. Al contrario, el hecho de tener buen humor y de ver primero el lado bueno de las cosas le permitirá ganar la confianza de sus hijos y a enmendar los actos que vayan en contra de las reglas de su familia.

7 Dentro de una casa debe existir una democracia. Es decir, debe haber una especie de asamblea que reúna a todos lo miembros de la familia para debatir y determinar cómo quieren que sean los lineamientos del hogar y cómo se llevarán a la práctica. Por ejemplo, si se plantea que haya respeto entre unos y otros, la primera regla será que nadie puede gritar, incluidos los papás.

8 Las reglas se deben establecer lo más temprano posible. Si bien la edad ideal es a los tres años, a partir de los 18 meses los niños ya deben empezar a acatar órdenes. A los siete años ya es demasiado tarde para comenzar a poner límites a los niños; por lo que seguramente será necesario acudir a un experto.

9 Si ustedes aún no han definido las reglas que rigen el hogar, reúna a toda su familia y empiece por establecer cinco deberes y cinco derechos que se apliquen para toda la familia. Por ejemplo, colocar la vajilla en el fregadero luego de cada comida.

10 Es indispensable que la autoridad comunique de forma verbal todas las reglas y normas que se deben cumplir; así los demás miembros estarán al tanto de lo que se tiene o no que hacer y de las respectivas consecuencias.

11 El autoritarismo aparece si los padres dejan de comunicar o cuando dejan de cumplir o hacer cumplir las normas.

12 Los hijos de padres autoritarios son ‘obedientes’, pero por temor. De ahí que apenas alcanzan un poco más de poder o tamaño se tornan agresivos con su familia. Este es el caso de muchos adolescentes que se van de la casa, que se rebelan contra todo y contra todos y que se dedican a romper las reglas. Estos muchachos son potenciales víctimas de la drogadicción y el alcoholismo.

13 Si usted es de las personas que pierde fácilmente la calma, es preferible que se tome un momento para tranquilizarse y solo entonces, corregir determinado comportamiento.

14 Los padres deben aprender a negociar en ciertos aspectos con sus hijos, en lugar de imponer; así evitarán que más adelante se produzcan problemas de rebeldía. Por ejemplo, si usted decide que su pequeño debe dormir a las ocho de la noche; pero a esa hora transmiten su programa favorito, permítale que se acueste treinta minutos más tarde.

15 Evite las cantaletas y los sermones repetitivos porque suelen tener el efecto contrario. Si nota que una falta es repetitiva en su chico, es mejor que llegue a un acuerdo, estableciendo actividades prácticas para ayudarle a enmendar ciertos comportamientos. También puede fijar una fecha de evaluación.

16 Cuando un chico no tiene una figura clara de autoridad, es probable que desarrolle un trastorno denominado negativismo desafiante; el mismo que hace que los chicos no obedezcan, no sigan las reglas, desafíen a los adultos y presenten dificultades para relacionarse con otros pequeños de su misma edad porque se vuelven agresivos.






Consejos para Padres en Apuros

Por su interés reproducimos este decálogo elaborado por José Antonio Marina (Toledo, 1939) filósofo, ensayista y pedagogo.

1 Conjuga la ternura y la exigencia. Los niños necesitan cariño y limitaciones. Hay que poner límites, porque necesitan pautas coherentes y claras para sentirse seguros.
2 La interacción es el gran recurso educativo. Es muy provechoso relacionarse con los niños mediante juegos o charlas.
3 Tómate en serio los sentimientos de tus hijos.
4 No es conveniente dar instrucciones mientras los niños están sometidos a alguna emoción; mejor cuando se hayan tranquilizado.
5 Los padres solos no pueden educar, como tampoco la escuela puede hacerlo. La cooperación es imprescindible.
6 Relaciónate y colabora con los padres de los amigos de tu hijo.
7 No pierdas el hábito de conversar con tu hijo porque en la adolescencia no lo vas a recuperar.
8 Los padres no son amigos de sus hijos. Son sus padres. Deben mantener sus decisiones y no contradecirse entre ellos delante de sus hijos, ya que entonces pierden credibilidad.
9 Los niños deben resolver todos los problemas que pueden por si mismos.
10 Los hijos tienen que tener capacidad de resistencia. Estamos educando a niños demasiado frágiles.

Fuente: http://www.espaciorientacion.es/



2. LOS LÍMITES EN EL COLEGIO


SIN AUTORIDAD NO HAY EDUCACIÓN

Muchas de las sociedades occidentales han bajado la edad de imputabilidad de los menores para que sean sancionados y juzgados por sus delitos como si fueran mayores de edad, dejando de ser inimputables. Nuestra sociedad también se encuentra inmersa en ese debate que cada vez que sucede algún hecho delictivo con la participación de un menor, se reaviva el debate y la demanda por seguirla bajando aún más, sin encontrar un piso. A pesar que estos delitos donde participan menores alcanzan un bajo porcentaje del total, en nuestro país.

Hace pocos días una de las potencias mundiales como Francia dejó abierta la puerta para que las autoridades del país: Gobernadores, Alcaldes, etc. establecieran el Toque de Queda que impida el transitar de los menores por la vía pública, fuera de determinados horarios, sin el acompañamiento de una persona mayor.
La provincia de Mendoza se encuentra inmersa en similar debate por establecer el Toque de Queda.
Todos sabemos que en la mayoría de los casos, los menores que delinquen son incorporados a la banda delictiva por las mafias, precisamente porque su edad los convierte en inimputables, Los que al ser protegidos por la legislación en vigencia, deberán ser dejados en libertad y entregados en custodia a la familia.
También sobreentendemos que en estos hechos de violencia intervienen las drogas. Las que son un objeto más de los utilizados para concretar la ejecución de hechos aberrantes, y que son consumidas previamente a cometer el delito.
Pero sin irnos a los episodios límites, observamos que en general, los niños y adolescentes son protagonistas de hechos de violencia y de delitos menores o transgresiones, en una cantidad, que no se registraban hasta hace pocos años. Y que sin ser considerados delitos de las características observadas al arrebatar un automóvil o al ingresar en una vivienda, a punta de pistola, exceden el límite de lo conveniente. Es como si tuvieran menos restricciones o impedimentos para ir a la búsqueda de la satisfacción de sus deseos, como son los que despierta el consumo de drogas o la posesión de objetos muy atractivos y de imposible adquisición por no contar con los medios materiales.
El escenario donde son más observables estas cuestiones, es en la escuela.
Es evidente que está pasando algo más que es facilitador o permisor  de estas conductas delictivas. Al respecto opiniones autorizadas afirman que el 80% de estas conductas delictivas se observan en chicos provenientes de hogares donde la presencia del padre, esta ausente. Es decir que son hogares monoparentales a cargo de la madre.
Esta observación es muy importante, porque tradicionalmente fue el padre quien representó la primera autoridad dentro de la estructura familiar que estableció la Ley. Esa autoridad es introyectada por los hijos en su evolución e incorporada a su estructura psíquica, cuando en el mundo que rodea al niño existe esa autoridad paterna en su propio padre, o en alguna de las personas que cumplen, por ausencia del padre, ese rol –tíos, abuelos, etc-.
Cuando esa autoridad está ausente en la familia o diluida por la cultura que pretende democratizarla, transformando al padre en un amigo de sus hijos, por lo cual termina dejándolos huérfanos. Estos asumen roles que para nada tienen que ver con lo esperable del comportamiento del niño o del púber, dentro del grupo familiar o de la misma sociedad.
Este niño o púber que no tiene introyectado desde su infancia la autoridad y la Ley, que le impide realizar ciertos actos, no podrá reconocerla en nadie de afuera que le impida lograr el objetivo que sus deseos le demandan, siendo presa de su animalidad sin límites. Máxime si un elemento perturbador como el alcohol o las drogas circulando por su torrente sanguíneo, lo desinhiben.
A este respecto también podemos aseverar que  un niño seguramente no aprenderá de alguien al que no le reconoce autoridad para enseñar y si además, no se somete a ser guiado por el docente en el proceso de su enseñanza y aprendizaje.
La actitud de padres que licuan la autoridad del docente subestimándolo como docente o como persona, le están haciendo un daño tremendo a la posibilidad de aprendizaje de su hijo.
Algo ha hecho muy mal occidente, con los cambios culturales a los que ha sometido a la sociedad, para estar cosechando lo que todos los días presenciamos.
Lo lamentable es que cuando estos cambios se terminan consolidando, es imposible volver hacia atrás. A no ser que exista una toma de conciencia generalizada, que aún no se observa en el horizonte.
Atentamente JM
Tomado de: http://fortalecerlaescuelapublica.blogspot.com/2009/11/sin-autoridad-no-hay-educacion.html
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Autoridad educativa, servicio de amor II


¿Qué podemos hacer para reorientar el ejercicio de nuestra autoridad y evitar en lo sucesivo llegar a sanciones negativas (llamadas castigos) o al incumplimiento mismo de las promesas y amenazas?
Fijar objetivos educativos concretos. Para lograrlo es necesario pensar en qué es lo que pretendo lograr. Sin un puerto seguro a donde conducir nuestro barco, es probable que nos perdamos en el ancho mar de la confusión, y perdidos nos desesperemos y náufragos sin rumbo fijo, abandonemos el proyecto educativo propuesto.
Los objetivos pueden ser pocos, de acuerdo a la edad de los chicos y realizables en planes de acción. Por ejemplo, orden en la habitación, obediencia, estudiosidad, saber pensar, etc. El plan de acción debe ser propuesto al educando, así como lo que se espera de él y los recursos que se van emplear. También debe dialogarse la posible sanción en caso de incumplimiento o la recompensa que puede obtenerse.
Fernando Corominas (en 100 planes de acción) nos propone, por ejemplo el siguiente plan de acción para lograr (objetivo) que los hijos hagan su tarea a tiempo: fijar un horario (de 6 a 7 de la tarde). En caso de incumplimiento por irresponsabilidad, al día siguiente la levantada será media hora más temprano de lo acostumbrado y en ese tiempo terminará su tarea o estudio. Si los chicos no tienen tarea escolar, los padres les asignaran un libro para leer o el hijo puede aprovechar para repasar sus apuntes. Los incumplimientos serán señalados con un símbolo en una tarjeta con el nombre del hijo. Si durante la semana ha cumplido en todo, se le permitirá disfrutar de más tiempo de juego, de uso de aparatos electrónicos o de videojuegos, etc.
Enseñar con claridad cosas concretas. Instrucciones claras y precisas, dadas con lenguaje sencillo ayudan al cumplimiento de lo ordenado. Evitar conceptos y frases abstractas, así como ambigüedades. De nada sirve decir, por ejemplo, “pórtate bien” o “deja de hacer lo que estás haciendo” o “quien esté haciendo ese ruido, por favor ya deje de hacerlo”. Es mejor expresar: “Martín, sigue las indicaciones de tus maestras en el viaje al museo“, “Jorge, deja de rayar la pared”, “Pedro, baja el volumen de tu radio”.
Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y pasando por alto lo que hace mal. Pensemos que lo que le sale mal no es por fastidiarnos, sino porque está en proceso de aprendizaje. Al niño, como al adulto, le encanta tener éxito y que se lo reconozcan.
Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio. El ejemplo de lucha y esfuerzo personal, los múltiples intentos que los padres hacemos para que los hijos vean que también nosotros pretendemos cambiar nuestras actitudes y mejorar como personas, les motiva a ellos hacer lo mismo y a la vez, les genera simpatía y comprensión. Cuando un hijo observa que su padre o madre se inscriben a un curso, a un diplomado o inician el estudio de una licenciatura o maestría, el hijo se solidariza porque se siente comprendido en sus esfuerzos personales. El mejor éxito que podemos lograr es el ejemplo de lucha personal, ejemplo que no está exento de errores, pero los mismos no nos desalientan a seguir intentándolo. También de los errores se aprende mucho.
Confiar en nuestro hijo. Confiar en una persona es depositar en ella una fianza de credibilidad. Confiar es tener fe en las capacidades de los demás, es decir, mediante la orden de autoridad: “Creo que eres capaz de hacer lo que te pido y por eso mismo te lo pido”.
Actuar y huir de los discursos. Evitar los rollos excesivos. Mucha energía se va en palabrerías y en explicaciones fútiles. Una orden bien dada y una breve motivación a la acción deberían bastar. Ya se sabe el dicho: “Obras son amores y no buenas razones”. Debemos contar de antemano con la reticencia de los hijos. Todo mundo, en mayor o menor medida se resiste al cambio y los hijos no son la excepción. Poco a poco debemos lograr formar en la conciencia de los chicos que la principal recompensa obtenida es la de haber cumplido con el deber impuesto, por habiéndolo hecho, hemos logrado la realización del bien (levantar los platos sucios de la mesa, ayudar a mamá en la despensa, cuidar a la mascota, acompañar a la abuela al médico, etc.).
Cómo se ve, las sugerencias son de mero sentido común y sin embargo frecuentemente las olvidamos. No importa si son diez, cien o mil los consejos que recibimos para mejorar el ejercicio de nuestra autoridad paterna, lo más importante es que nos decidamos a ejercerla y a ir perdiendo el miedo de perder “popularidad” con nuestros hijos.
Nada agradecerán más nuestros hijos en la vida que haber sido orientados por padres con ideas claras, principios sólidos y actitudes firmes ante las cosas importantes y trascendentes, como lo son la educación, la familia, el amor, el estudio, el trabajo, la ciudadanía y la fe.


La imagen está tomada del libro: Ternura y Firmeza con los Hijos, autor Alexander Lyford-Pike. Edit. Alfaomega Grupo Editor, Ediciones Universidad Católica Chile.